Ahora tenía que tumbarme boca arriba, y se repetiría la operación. Me dijo que a algunas mujeres no les gustaba la idea de que les tocaran el pecho, y esa zona se la exfoliaban ellas. ¿Qué prefería yo? Ni siquiera lo dudé: le dije que hiciera su trabajo, que lo haría mejor que yo.
Evidentemente, me excité… sus manos recorrían mis pechos cubriéndolos de sales, y mis pezones se endurecían a su paso. Empecé a notar mi coño humedecerse, y un escalofrío me recorrió de arriba abajo. Intenté pensar en otra cosa, y relajarme únicamente, que eso era lo que buscaba al fin y al cabo, pero no era tan fácil. Cerré los ojos, y cuando creí que lo conseguiría, un río de agua tibia cayó sobre mi pecho, mi estómago, y fue bajando por mis piernas… No pude evitar estremecerme cuando el agua se coló entre mis piernas y entró en mi ya mojado coñito… Un suspiro entrecortado se escapó de mis labios y entonces él me susurró:
- ¿Estás bien?
- Más que bien – logré articular.
- ¿Estás relajada?
- Sí, claro. Me ha gustado – le dije yo.
- Pues te aseguro que no has hecho la mejor elección para relajarse. Podrías haber recibido uno de nuestros masajes con aceites…
-Bueno, aún estoy a tiempo, ¿no? No he programado nada para mañana.
El masajista sonrió, con un misterioso brillo en los ojos, y acercándose a mí dijo:
- No me gustaría que te fueras así. Si quieres te puedo ayudar a relajarte aún más… ¿crees que podría hacer algo al respecto?
Le miré confundida… ¿estaba insinuando lo que yo creía o sólo estaba bromeando?
- ¿Qué… qué quieres decir? – balbuceé como una tonta.
- Bueno, que si esto queda entre tú y yo… y tú me lo pides, yo puedo hacer algo para que te relajes del todo.
Me miraba fijamente, y entonces pensé: ¿y por qué no? Al fin y al cabo… no tenía que darle explicaciones a nadie.
- Adelante… - y le invité a que hiciera su voluntad. No pude negarme. Sería la música que sonaba de fondo, o sus manos, o el morbo de la situación, o que yo estaba loca, o qué sé yo, pero me quedé ahí tumbada y le dejé hacer.
Entonces, sin dejar de mirarme a los ojos, cerró el pestillo de la puerta, me quitó las braguitas de papel, abrió cuidadosamente mis piernas, y empezó a acariciarme sigilosamente. Aún tenía las manos húmedas y calentitas, y yo estaba aún más calentita, así que inmediatamente empecé a volar de placer.
Sabía exactamente dónde tenía que tocar, qué presión debían ejercer sus dedos ¡y cómo mirarme para que yo enloqueciera de gusto! Sus dedos exploraban mis labios, y pronto empezaron a penetrar en mi interior. Yo le ayudaba, con acompasados movimientos de pelvis y empezamos una danza que no podía detenerse… Con la otra mano, agarraba mis pechos, y pellizcaba suavemente mis pezones… (¡Diosss! Incluso ahora me excito al recordarlo…)
Estaba tan caliente, que gemía de gusto, y tuve que taparme la boca, para no revelarle a nadie nuestro pequeño secreto. Aquello continuó hasta desembocar en uno de los mejores orgasmos que he tenido en mi vida. Mi corazón estaba desbocado, y prácticamente no podía respirar, aunque ¡¡me apetecía gritar de placer!!
Cuando conseguí reponerme, le di las gracias, y me metí en la ducha. Él vino detrás de mí, y me miraba mientras el agua caía por mi cuerpo. Me quitó la ducha de la mano y se entregó a la tarea de retirarme, suavemente, cada pequeño cristalito de sal que aún quedase sobre mi cuerpo. Seguidamente, me secó con una toalla blanca y esponjosa, y me tendió el albornoz… Yo estaba flotando en una nube, casi me pellizco para asegurarme de que no era el mejor sueño erótico de mi vida. En ese momento, oí:
- Así, ¿te espero mañana? Tengo turno de mañana, y un aceite que huele de maravilla.
- Aquí estaré –le dije, y salí de ese habitáculo que había sido testigo mudo de mi último orgasmo.
Al día siguiente, por supuesto, allí estaba yo… ¿Quieres saber cómo fue?
(Continuaré?)
Evidentemente, me excité… sus manos recorrían mis pechos cubriéndolos de sales, y mis pezones se endurecían a su paso. Empecé a notar mi coño humedecerse, y un escalofrío me recorrió de arriba abajo. Intenté pensar en otra cosa, y relajarme únicamente, que eso era lo que buscaba al fin y al cabo, pero no era tan fácil. Cerré los ojos, y cuando creí que lo conseguiría, un río de agua tibia cayó sobre mi pecho, mi estómago, y fue bajando por mis piernas… No pude evitar estremecerme cuando el agua se coló entre mis piernas y entró en mi ya mojado coñito… Un suspiro entrecortado se escapó de mis labios y entonces él me susurró:
- ¿Estás bien?
- Más que bien – logré articular.
- ¿Estás relajada?
- Sí, claro. Me ha gustado – le dije yo.
- Pues te aseguro que no has hecho la mejor elección para relajarse. Podrías haber recibido uno de nuestros masajes con aceites…
-Bueno, aún estoy a tiempo, ¿no? No he programado nada para mañana.
El masajista sonrió, con un misterioso brillo en los ojos, y acercándose a mí dijo:
- No me gustaría que te fueras así. Si quieres te puedo ayudar a relajarte aún más… ¿crees que podría hacer algo al respecto?
Le miré confundida… ¿estaba insinuando lo que yo creía o sólo estaba bromeando?
- ¿Qué… qué quieres decir? – balbuceé como una tonta.
- Bueno, que si esto queda entre tú y yo… y tú me lo pides, yo puedo hacer algo para que te relajes del todo.
Me miraba fijamente, y entonces pensé: ¿y por qué no? Al fin y al cabo… no tenía que darle explicaciones a nadie.
- Adelante… - y le invité a que hiciera su voluntad. No pude negarme. Sería la música que sonaba de fondo, o sus manos, o el morbo de la situación, o que yo estaba loca, o qué sé yo, pero me quedé ahí tumbada y le dejé hacer.
Entonces, sin dejar de mirarme a los ojos, cerró el pestillo de la puerta, me quitó las braguitas de papel, abrió cuidadosamente mis piernas, y empezó a acariciarme sigilosamente. Aún tenía las manos húmedas y calentitas, y yo estaba aún más calentita, así que inmediatamente empecé a volar de placer.
Sabía exactamente dónde tenía que tocar, qué presión debían ejercer sus dedos ¡y cómo mirarme para que yo enloqueciera de gusto! Sus dedos exploraban mis labios, y pronto empezaron a penetrar en mi interior. Yo le ayudaba, con acompasados movimientos de pelvis y empezamos una danza que no podía detenerse… Con la otra mano, agarraba mis pechos, y pellizcaba suavemente mis pezones… (¡Diosss! Incluso ahora me excito al recordarlo…)
Estaba tan caliente, que gemía de gusto, y tuve que taparme la boca, para no revelarle a nadie nuestro pequeño secreto. Aquello continuó hasta desembocar en uno de los mejores orgasmos que he tenido en mi vida. Mi corazón estaba desbocado, y prácticamente no podía respirar, aunque ¡¡me apetecía gritar de placer!!
Cuando conseguí reponerme, le di las gracias, y me metí en la ducha. Él vino detrás de mí, y me miraba mientras el agua caía por mi cuerpo. Me quitó la ducha de la mano y se entregó a la tarea de retirarme, suavemente, cada pequeño cristalito de sal que aún quedase sobre mi cuerpo. Seguidamente, me secó con una toalla blanca y esponjosa, y me tendió el albornoz… Yo estaba flotando en una nube, casi me pellizco para asegurarme de que no era el mejor sueño erótico de mi vida. En ese momento, oí:
- Así, ¿te espero mañana? Tengo turno de mañana, y un aceite que huele de maravilla.
- Aquí estaré –le dije, y salí de ese habitáculo que había sido testigo mudo de mi último orgasmo.
Al día siguiente, por supuesto, allí estaba yo… ¿Quieres saber cómo fue?
(Continuaré?)
11 comentarios:
Joder con la Larita.... Ya me decía mi padre que me había equivocado de profesión :) Buen relato, si señora
Gracias, Corso. Lo cuento como ocurrió.
Besitos.
He leído las dos partes y el texto de no se puede vivir sin sexo. Me gusta la naturalidad con la que cuentas tus cosas, y, tienes razón, no se puede vivir sin sexo, pero creo que a lo que tú te refieres es que no puedes vivir sin compartir el sexo con otro cuerpo ... son cosas distintas.
Tienes razón, Manuel. Para mí el sexo a solas está bien, pero no hay nada como compartir esas sensaciones con otras persona. A eso me refería.
Gracias por visitarme.
Besitos.
Lo cuentas fenomenal. Esperamos la siguietne entrega.
Besos morbosos.
Tu pregunta de hace dos post ¿se puede vivir sin sexo?
Pues despues de haber probado este masaje temo (temo es un decir) que no.....
¿Aceites aromaticos?...Promete
Un abrazo.
Jajaja... Realmente genial. Por cierto la dirección de tu masajista es...
Un besazo
Joder con el masajista!! jajajaja Estoy deseosa de leer la segunda parte!
Besotes
Ahora entiendo lo de SPA: Se Pone Aceite.... y de que manera.
¿Veremos que pasó en la segunda parte?...
Muchas gracias por pasarte por mi blog.
Un besito
Por supuesto que queremos saber cómo fue..., qué pregunta.
Gracias a todos por pasaros por aquí. Prometo contaros lo que pasó al día siguiente en cuanto tenga un ratito.
Por cierto, supongo que algunos os preguntaréis si es realidad o ficción: fue absolutamente real.
Besitos.
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